Para aquellos turistas que están en busca de una experiencia diferente, que pueden contemplar lo bello en lo desolado; estos poblados abandonados y a los que también se les llama fantasmas son destinos que no pueden dejar de visitar. Aquí el tiempo parece haberse detenido, el ir y venir diario de sus habitantes se esfumó; ciertas circunstancias provocaron que dejarán lo que por muchos años fue su hogar. Hoy sólo quedan recuerdos. Construcciones en ruinas y algunas parcialmente visibles nos cuentan su historia, aquellas épocas de bonanza y decadencia; provocándonos una sensación de nostalgía y respeto, aspectos que encantan y asombran a sus visitantes. Los tiempos de sequía en esta zona chiapaneca son difíciles pero al mismo tiempo traen alegría porque al bajar las aguas de la presa se puede observar su templo, el cual ha estado por sumergido por décadas. Quechula o San Juan Quechula o Quechula Viejo es una antigua población que representó un asentamiento donde los frailes dominicos construyeron una singular edificación, a la par del convento de Tecpatán. En épocas de la Colonia española, Quechula y su cabecera municipal Tecpatán eran unos de los más importantes centros de evangelización del sur de México, en 1564 Fray Antonio de Pamplona fundó el convento de Tecpatán adjunto al majestuoso templo de Santo Domingo de Guzmán. Para 1958 se empezó a construir la Presa Nezahualcóyotl, uno de los complejos hidroeléctricos más grandes del país, que sumergió al pueblo bajo el agua. En el 2003 las ruinas emergieron de las aguas debido a una sequía por lo que se pudo admirar El templo de Santiago, patrono del pueblo zoque de Chechula, una obra maestra de la arquitectura colonial del siglo XVI. Esta edificación se ubica en la zona de la cuenca del Grijalva, se arriba en lancha a través del embarcadero de ApicPac, municipio de Ocozocoautla, desde el poblado Raudales Malpaso y desde otras comunidades rurales de la zona. Fue uno de los primeros pueblos mineros de México donde llegaron a habitar más de cinco mil personas , fundado por el Jesuita Servando de Ojuelos y otros españoles, quienes descubrieron en 1598 una gran mina de plata. Durante la época de la colonia se extraía oro, plata, zinc y manganeso. Su prosperidad influyó en el nacimiento de los estados de Durango y Coahuila; A mediados del siglo XX una terrible tormenta inundó la mina dejándola inutilizable, asi que una vez destruida la fuente de trabajo de los pobladores, se vieron en la necesidad de abandonar su hogar para comenzar una nueva vida en otro sitio. Entre ruinas encontraremos la única construcción que aún se yergue entera en Ojuela: un magnifico puente colgante construido en 1892 sobre un barranco de 95 metros de profundidad, mide 318 metros de largo y 1.80 metros de ancho y servía para transportar la extracción del mineral de la mina de San Rita, al pueblo de Ojuela. Su majestuosa presencia en medio del paisaje árido es el principio de un viaje por los túneles a la mina de Santa Rita que desembocan en un balcón natural donde se aprecian las bellas tonalidades desérticas del bolsón de Mapimí, sede de la enigmática Zona del Silencio, que Durango comparte con Chihuahua y Coahuila. Considerado una maravilla de la ingeniería de la época fue creado por el alemán Santiago Minguín, quien se inspiró en el Golden Gate de San Francisco, Estados Unidos para su construcción. Hace un tiempo el caminar por ahí era un reto ya que el piso rechinaba. Hoy los programas de rescate han llegado y el histórico puente ha sido restaurado, las torres originales de madera se cambiaron por otras de acero aunque es no impide que la estructura se tambalee cuando se recorre. Ojuela se ubica a escasos 15 minutos al este de Mapimí, por un camino empedrado y de terracería, está al extremo norte del estado de Durango, más o menos a una hora de Torreón y de Gómez Palacio. Fuentes: |