Conocemos de antemano los climas extremos del desierto, por ejemplo durante el verano, es común que la temperatura llegue a 45°C, y por las noches baje considerablemente. A pesar de la notoria aridez de la región, la variedad de flora es sorprendente. Sobre la planicie predomina la gobernadora, la sabaneta, una de las plantas forrajeras más abundantes de la zona y los ocotillos con sus largas ramas espinosas. Sobre las laderas de los cerros es mayor la diversidad biológica, aparecen magueyales y cactáceas, algunas de ellas endémicas de la región, las altas yucas que durante la primavera lucen sus floridos penachos. Se encuentra también la sangregada y la candelilla, curiosa planta que, para evitar la pérdida de agua, ha desarrollado una cubierta protectora de cera. Las nopaleras son abundantes, principalmente de especies rastreras y cegadoras; pero también son frecuentes los nopales violáceos con sus características espinas largas que le nacen en los bordes. Estos nopales deben su color a las capas que los protegen de los rayos solares y han sido desgastadas por el viento. Al borde de las lagunas y arroyos intermitentes, crecen algunos mezquites de profundas raíces. Fauna Al igual que la flora, la fauna es también muy abundante, al recorrer el desierto es frecuente ver a las liebres, conejos y correcaminos serpenteando a los vehículos que visitan la zona. Por las noches se observan escorpiones, ratones y ratas canguro. Cerca de los depósitos de agua encontrarás zorras, coyotes, tortuga del desierto. En ocasiones se percibe algún búho en busca de alguna presa. Como es de esperarse, al igual que la vegetación, los animales se adaptan para vivir en las adversas condiciones de esta árida región. |
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