Virgen de los Dolores
que se venera en el Templo del mismo nombre del Barrio del Llano. San Francisco del Rincón, Gto. Breve historia de la imagen milagrosa y su más señalado milagro. En el año de 1929, en una pequeña comunidad de San Francisco del Rincón, Gto., llamada el Barrio de Dolores, ocurrió un maravilloso milagro que ya muchos olvidaron y algunos otros ni siquiera conocieron. En el templo de ese mismo lugar, se encuentra una bella imagen de bulto de nuestra Sra. de los Dolores, a quien desde un principio fue dedicado ese recinto. A causa de la guerra de los cristeros, el templo fue cerrado al culto desde 1926 y, si no fuera por un hombre que se llamaba Martín Juárez, no se hubiera dado a conocer este maravilloso milagro. Un día, las señoras Petra Zermeño y Josefa de Felipe, se encontraban en el templo dando doctrina a escondidas, a los niños del barrio. Entre esos niños que estaban ahí, se encontraban algunas persona que todavía sobreviven. Mientras las señoras se encontraban dando doctrina a los niños, don Martín Juárez, que era sacristán del templo, se encontraba aseando el altar mayor, donde estaba la Virgen de los Dolores. Al hacerlo con la milagrosa imagen, don Martín se percató que el vestido estaba mojado de la parte del pecho y las mangas; fijando su mirada a los ojos de la Virgen, miró sorprendido que resbalaban lágrimas claras por sus mejillas, cayendo al vestido. Don Martín baja a la imagen del altar y las señoras y los niños de la doctrina, quedaron sorprendidos al ver lo que estaba ocurriendo. Las señores, al ver que tenía el vestido mojado a causa de las lágrimas, cambiaron a la Virgen y le pusieron algodones y pedazos de tela entre sus manos y el pecho, para que no se mojara de nuevo. La noticia corrió en pocas horas por todo San Francisco, acudiendo al templo miles de personas, repitiéndose esto por más de quince días con sus noches. Un día llegaron al templo un grupo muy grande de cristeros encabezados por el sacerdote Francisco Gómez, que al enterarse de lo que estaba ocurriendo, pasaron a visitar a la Virgen. Venían de pelear en San Diego de Alejandría, Jal. La mayoría a pie, los demás a caballo y el parque cargado en burros. El sacerdote mencionado, les hizo la invitación a don Martín Juárez y a don Macedonio Felipe, para que se unieran a ellos en la lucha y, advirtiéndoles que si se quedaban, los iban a matar los soldados. Don Martín le contestó que su lugar era con la Virgen, que algo le tenía reservado a él, por eso estaba ocurriendo ese milagro. Esa misma noche partieron los cristeros de nuevo a la lucha, ya con la bendición de la Virgen de los Dolores. Todas las noches se rezaba el santo Rosario, encabezado por don Martín y toda la gente que venía de donde quiera y todas las noches velaban a la Virgen. Al día siguiente que se fueron los cristeros, llegó una tropa de soldados del gobierno que, al ver que era demasiada gente, se abrió paso dando culatazos de escopeta y tirando balazos, hasta que llegaron a la capilla. Sin bajarse del caballo, el mandamás de los soldados mandó a uno de ellos que se metiera al templo, con la intención de tumbar y quebrar a la Virgen con las patas del caballo. Ella estaba justo debajo de la cúpula, en una mesa de palo. Cuando el jinete estaba frente a la Virgen, que estaba llorando, el caballo se espantó y relinchó, tumbando al soldado y salió debocado del templo. La gente se preguntaba cómo un animal es más conciente que un hombre. Los soldados les dijeron que cómo un pedazo de madera iba a llorar e inventaron que tenía un trapo mojado en la cabeza. En aquel entonces era muy difícil conseguir hielo y más que éste durara 15 días mojado. Una jovencita que era doña Manuela Hernández Felipe, que en ese entonces contaba con 12 años de edad, arriesgando su propia vida, le dijo a uno de los soldados que le quitara el mando y confirmara que no tenía nada. Le retiró el mando y efectivamente comprobó que no tenía ningún trapo y, sin embargo, no paraba de llorar. El soldado enojado, decomisó el dinero que había colectado el templo y se llevó preso a don Martín Juárez (sacristán del templo), y a don Macedonio Felipe (mayordomo de las fiestas). Cerraron el templo y amenazaron a la gente de que si se volvían a meter, las iban a matar. Al retirarse los soldados, la gente desesperada y algunos curiosos, rompieron la peurta mayor que en ese entonces era de madera y con todo y amenaza de muerte, seguían visitando a la Virgen de los Dolores que no paraba de llorar. A don Martín y a don Macedonio, los tuvieron presos por 3 días en palacio municipal. Después soltaron a don Macedonio, según ellos encontrándolo libre de cargo y a don Martín, siendo el más cercano a la imagen, lo culparon de haber inventado el milagro. Siendo un viernes, como a las 3 de la tarde, llevaron los soldados a don Martín al templo y a la vista de todo el que estaba ahí, le desollaron la planta de los pies y amarrado a un caballo, lo hicieron caminar hasta el panteón municipal y ahí lo obligaron a cavar su sepultura y después lo fusilaron. Después de haber recibido las descargas de balas por todo su cuerpo, alcanzó a decir "Madre mía, por Ti muero". Lo enterraron sin caja en la misma fosa que él había escavado. Después que se fueron los soldados, la gente se llevaba la tierra mojada en su sangre considerándola una reliquia que le atribuían milagros, diciendo que era un hombre que se convirtió en santo con el martirio y por el milagro inexplicable que ocurrió. Tres días antes de que parara la guerra, paró de llorar la Virgen, yendo cada menos gente a visitarla. En estos días, pocas son las personas que recuerdan este suceso. Queriendo salvar la historia, se recopilaron todos los datos de personas que recuerdan lo sucedido. Lamentablemente la Iglesia Católica no ha reconocido a don Martín Juárez como un santo mártir, pero todo es por falta de gente que se interese por este personaje y su obra, así como de la Virgen de los Dolores. Aún hoy, muchas personas del Barrio de Dolores, -ahora de El Llano-, ignoran que la Virgen de los Dolores está viva y la miran como otra simple imagen y no saben que un día, la misma Reina del Cielo estuvo llorando pro sus hijos que se estaban matando unos a otros en la guerra de los cristeros. Se agradece a las siguientes personas que amablemente dieron su testimonio del milagro y la vida de don Martín: TESTIGOS VIVOS:
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